La exquisitez del chocolate belga
Es muy raro no asociar a Bélgica con uno de los chocolates más deliciosos del mundo.
De la introducción en Europa de esta bebida azteca elaborada minuciosamente a partir de habas de cacao a la independencia del país en 1830, numerosos son los que como España, Francia y más recientemente los Países Bajos controlaron este territorio que conocemos hoy bajo el nombre de Bélgica. También es en la misma época que el chocolate vió su popularidad crecer a través de toda Europa. La anécdota contada en la “Grande Place” en Bruselas en la época, era que el alcalde de Zurich, Enrique Escher, habiendo bebido su primera taza de chocolate caliente y le gustó tanto la bebida, que él fue el primero que exportó la famosa receta en Suiza.
Desde su llegada en el mercado, el chocolate en Bélgica fue considerado como un regalo que hay que ofrecer a una persona querida o por lo menos para hacer una buena impresión. La inmensa mayoría de los fabricantes de chocolate belga continúa utilizando las habas de cacao procedente de África, considerado que tienen un sabor más fuerte y más aroma que las habas más dulces de América del sur que los productores americanos prefieren.
Uno de los grandes manjares del chocolate belga, son las famosas almendras garapiñadas o praline. Que es la conocida almendra o nuez bañada o cubierta de chocolate. Dulce, que es tomado por los belgas, como el regalo perfecto.
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